El músculo que Google no entrena
Sobre el inestimable papel de la memoria en la construcción de la identidad. Una carta en abierto.
Este texto va dedicado a ti, joven participante que estás en el programa Innobus. Ayer tuve el placer de explicarte “quién soy” y te contaba que, en mi voluntad por investigar sobre el concepto de identidad se me ha hecho inevitable sumarle la inteligencia artificial. Primero la incorporé desde un punto de vista productivo y eficiente pero la parte ética se me hizo obligatoria porque, como os lancé y dejé ahí, medio húerfano y sin respuesta:
¿Quiénes somos cuando la máquina piensa por nosotros?
Un momento, ¿y cómo pensamos nosotros?
Esta mañana, caminando después de dejar a mi hija en el colegio, mi cabeza saltaba de idea en idea a gran velocidad. Pensé sobre cómo se formaban esos pensamientos y qué difícil es mapearlos. ¿Cómo se entrelaza ese soliloquio interno? Traté de visualizar un mapa de mis propios pensamientos así que me imaginé todo ese entramado de conceptos en una imagen. Algo así:

Fíjate en lo último que pensé en ese baile de ideas: “Hay quien dice que enseñar a memorizar es retrógrado”. No estoy de acuerdo con esto pero oye, es que se lo escuché una vez a alguien y lo anoté para poder usarlo más tarde.
Et voilà.
Me vino a la mente el filósofo y pedagogo José Antonio Marina1. Sin darme cuenta, a partir de ese momento dejé de divagar para pensar en profundidad porque, efectivamente, el caminar facilita el pensar.
Pero yo, para poder pensar aún más profundamente, también necesito escribir.
Holaquétal.
Te quería decir (y este es el resumen de todo este artículo, si no tienes tiempo porque te pica el scroll, quédate sólo con esto) te quería decir que Marina defiende que la memoria es un músculo y que se puede, se debe, ejercitar como tal. Porque NO SE PUEDE PENSAR SIN MEMORIA. Porque toda operación mental, desde la más simple a la más compleja, se basa en ella.
La memoria es ese sitio donde todo encaja
Comprender algo nuevo, de verdad, no es añadir una ficha más al archivador, como quien colecciona cromos. Es otra cosa. Es recordar. Porque para entender algo necesitamos compararlo con lo que ya sabemos, darle cobijo en una estructura mental, decirle: “ven, que esto me suena”. Y si esa estructura no existe, la idea rebota y se pierde. Como cuando te presentan a alguien en una fiesta ruidosa y a los cinco minutos ya no sabes cómo se llama.
Cuando no tienes el conocimiento dentro, en las tripas, todo se vuelve más torpe porque improvisas peor y te cuesta hilar. Es como si fueras caminando con los zapatos en la mochila en lugar de puestos.
Pero hay gente que devalúa el papel de la memoria en la educación porque ¡ay, San Google, tú que todo lo sabes! Lo moderno es “delegar”. Ctrl+C, Ctrl+V y a otra cosa.
[Ojo, que tenerlo todo a mano no es lo mismo que tenerlo en la mano. ¿Se ha implementado alguna palabra para definir ese corte de energía que se siente cuando estás hablando con alguien y saca el móvil para confirmar cualquier cosa de la que se esté hablando? No sólo corta el rollo, sino que entorpece la argumentación y el flujo de pensamiento natural.]
En estos días, el verdadero empobrecimiento no es el de no saber, sino el de no poder pensar sin conexión a internet.
Cuidado, que externalizamos tanto la memoria que parece que ya no pensamos, consultamos. Y cada vez que delegamos ese esfuerzo a una máquina, cedemos también parte de nuestra autonomía intelectual.
Marina lo ha explicado muchas veces con una claridad implacable: no basta con tener acceso a la información. Podemos tener a la IA, a Google o a lo que sea que venga después como oráculo. Pero si ese saber no está en nosotros, entonces seguimos igual de huérfanos.
Estaríamos dejando de entrenar eso que nos hace humanos, pensar por nuestra cuenta. ¿Como una especie de Alzheimer voluntario?
Recordar no es cosa de loros
Marina no defiende memorizar capitales porque sí (aunque a veces es útil saber que Ljubljana no es un producto de Ikea). Él habla de memorización comprensiva, de entender lo que guardamos, de tejerlo en redes mentales. Cuando lo hacemos así, el conocimiento no es un dato más, sino que se convierte en un superpoder.
En definitiva, sostiene que la memoria es el cimiento sobre el que construimos todo lo demás: nuestra capacidad de pensar, nuestra identidad, nuestros proyectos de futuro y nuestra inteligencia colectiva. Renunciar a cultivarla es renunciar a una parte esencial de nuestra humanidad.
¿Y entonces la IA?
Si aplicamos el pensamiento de José Antonio Marina a la inteligencia artificial, queda claro que la IA no es un artefacto neutral. Tiene sus efectos porque parece fascinante pero también peligrosa. Juega un doble papel en nuestro ecosistema mental, porque puede ser el bastón que nos ayuda a caminar más lejos o la silla de ruedas que nos atrofia las piernas.
Insisto en lo que Marina insiste: que la memoria es un músculo, no una caja fuerte.
Hay que ejercitarla. Y la IA, si se usa bien, puede ser el gimnasio mental más potente que jamás hayamos tenido. Pero si la usamos mal…
La IA no debería reemplazar la memoria, sino expandirla. No es sabiduría, sino archivo. En esta metáfora, la IA sería la biblioteca, el índice alfabético, la lupa. Pero el ser humano sigue siendo quien escribe el ensayo, quien selecciona los libros, quien decide qué merece ser recordado.
Más claro:
La IA procesa información, pero eres tú quien la transforma en conocimiento.
La IA detecta patrones, pero eres tú quien le da sentido.
La IA almacena sin jerarquía, pero eres tú quien decide qué recordar y por qué.
El verdadero reto, por tanto, no es técnico, sino ético y pedagógico. La cuestión última no es cómo funciona ChatGPT, sino de cómo funcionas tú al usarlo.
Debes educarte para que esta tecnología no se te convierta en una excusa para dejar de pensar, sino en una palanca para pensar mejor. Y dedicar tu mente a lo que de verdad importa, comprender, imaginar, decidir.
En fin, se trata de saber cuándo callar la máquina para escuchar al pensamiento. Y eso, por ahora, sigue siendo territorio humano.
Cómo funciona este texto
Esta sección es un meta-análisis sobre el texto que acabas de leer, y que sirve para guiar su interpretación crítica. Te animo a que tú también seas crítico, con esto que sigues leyendo y con lo que te vayas a encontrar el resto del día.
Este texto defiende la memoria con intención pedagógica pero se queda corto. Para equilibrarlo, en una versión ampliada incluiría contraejemplos (por ejemplo, cuándo consultar reduce sesgos o acelera inferencias) y explicaría usos de la IA que obliguen a recordar antes de verificar.
Uso deliberadamente la falacia del hombre de paja: caricaturizo la postura “anti-memoria” (la de si está todo en Google, no memorices) para hacerla fácil de tumbar. Lo exagero con el control c control v para que el lector identifique el extremo y se posicione. ¿Qué distorsiono? En el debate real casi nadie defiende no recordar nada. La discusión seria diferencia entre memorización mecánica vs memoria con comprensión y práctica de recuperación. Yo lo simplifico demasiado. Cuando leas argumentos contundentes (también los míos), pregúntate si están atacando la mejor versión del rival o su versión caricaturizada. Si es lo segundo, sospecha… y luego decide.
P.D. A la pregunta número 1 de ayer, Elvis fue el primero que se me vino a la cabeza, pero en realidad yo soy más rockera. A mí me hubiera gustado que me mentorizara Leonardo da Vinci. A la 2, esta hubiera sido la mía: “¿cuál es el principio o método fundamental que utilizas para conectar ideas de campos aparentemente dispares y transformar esa curiosidad en una creación tangible, ya sea una pintura, un texto, un invento etc?” Y la 3: ¡lo primero que hubiera hecho habría sido transcribir toda su respuesta! Nuestra memoria biológica es limitada y falible, no podemos depender al cien por cien de ella, nunca. Me ha quedado redondo el cierre volviendo a hablar de la memoria, ¿eh?
Pues ale, fin.
¡Ah, el libro! ¡No se me olvida hablar de mi libro! jajaja lo puedes descargar aquí. Y si algo de lo que te conté ayer u hoy te ha gustado, comparte este texto con esa otra persona que ya sabes le va a interesar. 😎
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¿Todavía sigues ahí? Toma, más cosas sobre la memoria y las enfermedades neurodegenerativas.
Marina, J. A. (2021, 11 de diciembre). Una teoría de la memoria desde la escuela. https://www.joseantoniomarina.net/articulos-en-prensa/una-teoria-de-la-memoria-desde-la-escuela/
Marina, J. A. (2012). La inteligencia ejecutiva




Muy interesante 😃. Lo incluimos en el diario 📰 de Substack en español?