No me prodigo compartiendo imágenes mías en el barrio online. Me gusta más ser mi avatar, la foto de mi gata con mi propia mirada. De ahí que cuando lo publiqué por primera vez dije que era “mi hija, que ha sacado mis ojos”.
Pero hay un día al año en el que sí comparto mi careto porque hay cosas que me definen, que reaparecen, que insisten.
Yo también soy esta:
Un gif-poema.
Cada año lo comparto en redes cuando se acerca el Día de la Mujer, como un ritual que empecé en 2017, cuando me fotografié y lo escribí.
Sigue siendo un fragmento de mí:
Mujer,
¿fuerte y valiente?
La que aparenta una realidad
que aún no es.
Sal,
que hay que borrar sinrazones,
abusos, torturas, mentes dementes.
Sal,
atrévete a eliminar las injusticias,
que tu dolor no sea atemporal.
Mujer,
no te ocultes cuando tiembles.
P.D. Este poema forma parte de la serie Oda al selfie, una colección que publiqué en otro proyecto online que, honestamente, creí muerto desde la pandemia pero que mantuve online por inercia. Siete años más tarde de la publicación de esta serie, me han contactado desde una editorial francesa para que uno de estos fragmentos aparezca en un libro escolar. Para mí, la mejor lección de lo que significa el largo plazo. Sobre crear —y seguir creando— sin esperar nada a cambio. Sobre insistir primero por el mero placer de hacerlo y, después, porque a veces lo que vamos dejando atrás encuentra caminos insospechados.
Qué proyecto tan bonito
Alucino pepinos y remolachas siempre contigo... Jamás dejarás de sor-prenderme!!!
#palantecontó