Experimentando

Experimentando

Inicio
Quién Soy
Todos los artículos
Notas
Más cosillas

Share this post

Experimentando
Experimentando
El engaño de las frases apócrifas
Copiar enlace
Facebook
Email
Notes
Más

El engaño de las frases apócrifas

Sobre las citas huecas y los likes llenos

Avatar de Beatriz Lizana
Avatar de Ménez
Beatriz Lizana
y
Ménez
jun 05, 2025
7

Share this post

Experimentando
Experimentando
El engaño de las frases apócrifas
Copiar enlace
Facebook
Email
Notes
Más
3
4
Compartir
Cross-post desde Experimentando
Esta semana os traigo en colaboración con Beatriz Lizana esta reflexión sobre las citas apócrifas. Ha sido un placer que Beatriz haya querido contar conmigo para escribir este texto que, sin duda, disfrutarán mucho. Espero que les guste. -
Ménez

“Si hubiera tenido tiempo, hubiera escrito una carta más corta”

Hay algo hipnótico en las citas célebres. Como si al invocarlas se nos contagiara una autoridad que no es nuestra. Funcionan, claro. Porque son efectivas e iluminan, incluso deslumbran. Porque nos salvan del párrafo y del matiz.

Hay una trampa, claro, y como casi todas las trampas eficaces se esconde a plena vista: arrancas una frase de su tierra y la plantas en un cartel brillante, y lo que sale de ahí ya no es una idea sino la resonancia hueca de un gong. Ese eco, tan rotundo y tan vacío, mutila el sentido y proyecta —igual que una linterna en la pared— fantasías que nadie firmó jamás. A veces es peor. La frase se transforma en una mentira descarada, atribuida a un sabio de postal que ni la soñó. Y lo terrible es que la frase apócrifa es embaucadora. Y encima, viral.

Ahí están los datos: Un estudio del MIT rastreó 126.000 historias publicadas en Twitter entre 2006 y 2017 y descubrió que las noticias falsas llegan a 1.500 personas seis veces antes que las verificadas y tienen un 70 % más de probabilidades de ser retuiteadas. La conclusión da vértigo. La falsedad viaja más lejos, más rápido y más hondo que la verdad, como si llevara alas mientras esta última avanza a pie, cargada de matices y dudas.

“Si hubiera tenido tiempo, hubiera escrito una carta más corta” le dijo Mark Twain a su editor, apremiado por la falta de espacio en la edición dominical del Boston Evening Transcript.

No, no proponemos abolir las citas. Algunas son faro. Otras consuelan. Muchas nos tocan más de lo que nos gustaría admitir. Pero si vamos a citarlas, al menos hagámoslo con respeto. No basta con firmarlas: hay que contextualizarlas, preguntarse de dónde vienen, qué querían decir antes de servirnos para ilustrar un carrusel de Instagram o una Note de Substack. ¿Es de dominio público? ¿Estamos usando bien ese texto o sólo decorando una frase con la nostalgia de rigor?

“Si hubiera tenido tiempo, hubiera escrito una carta más corta” se le atribuye a Mark Twain pero en realidad es de Blaise Pascal y proviene de la carta 16 de sus “Lettres provinciales” (1657), donde se disculpa con los jesuitas por la extensión de su misiva. La confusión con Twain se debe a que un artículo del Chicago Tribune le adjudicó de forma errónea una versión abreviada del chiste (”I didn’t have time to write you a short letter”) y desde entonces la atribución se viralizó.

Insert Something Clever wall decor
Foto de Olivia Bauso en Unsplash

¿Citas célebres?

Lo cierto es que muchos de nosotros acudimos a citar a ese autor de referencia para argumentar, para legitimar lo que estamos diciendo, para darle un peso de autoridad a aquello que queremos defender. Al fin y al cabo, “el fin justifica los medios”; una frase que Nicolás Maquiavelo jamás pronunció. Por eso, en determinadas ocasiones es mejor evitar algunas frases, pues el silencio en ciertos contextos es más virtud que vicio. Ya lo decía Confucio, “si no tienes nada bueno que decir, mejor no digas nada”. ¿O era Buda quién lo decía?1 Aun así, somos libres de decir lo que consideremos, es parte de nuestra libertad para expresar lo que creamos conveniente. Aunque se traten de citas apócrifas, no debemos olvidar a Voltaire cuando dijo que “no estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a decirlo”. Maravilloso resumen del derecho a la libertad de expresión que jamás salió de la boca del autor francés, sino de la escritora Evelyn Beatrice Hall.

Estos son solo algunos ejemplos de los muchos que encontramos por ahí, especialmente en las redes sociales e incluso en este maravillo lugar que es Substack. Porque somos adictos a esa frase precisa y concisa que encapsula todo un pensamiento. Aparentemente brota ante nosotros en pocas palabras todos aquellos mares de tinta que escribiríamos sobre un determinado tema.2

Decía Eric Hoffer que las masas prefieren las certezas a las verdades. Es muy posible que detrás del engaño sobre las frases apócrifas esté el conocido como efecto Mandela. Se nos ha repetido en tantas ocasiones a lo largo de nuestra vida determinadas citas, que es fácilmente asumible por nuestro cerebro que sí se dijeron y quién fue su responsable. Aunque jamás se dijesen. Igual que la creencia sobre la muerte de Nelson Mandela en los 80 mientras estaba en la prisión, cuando realmente falleció en libertad en 2013. Al final, la mente colectiva parece recordar con absoluta certeza frases tan emblemáticas como el “Luke, yo soy tu padre” en Star Wars, aunque no se dijese exactamente así.

Por ello, nuestra obligación en la era de la información es la de contrastar para evitar ciertos engaños tanto de las personas que utilizan así las citas, como también de nuestro propio cerebro. Al final, el estar equivocado sobre la frase de una película no tiene gran relevancia, pero aquellas con implicaciones sociopolíticas, como la atribuida a Karl Popper sobre que “hay que ser intolerante con los intolerantes”, pueden tener efectos nefastos, tergiversando por completo el pensamiento del autor e incentivando comportamientos nocivos para la convivencia en sociedad.

Todo por el scroll

También está el diseño. Porque hay una ironía cruel en colocar una frase que pide pausa sobre un fondo que sólo invita al scroll. Tipografías imposibles, brillos, marcos, filtros, distracción. Si la forma no deja espacio al contenido, ¿qué estamos compartiendo, exactamente? ¿El mensaje o tan sólo un estado de ánimo?

Esas citas que circulan como si no importara si son verdad, siempre que suenen bonito. Como si lo importante fuera que “encajen con el tono del post”. Y ahí lo que se diluye es el límite entre lo estético y lo ético. Porque citar sin saber a quién citas es, en el fondo, una forma de contribuir al ruido.

Citar es, o debería ser, un acto de responsabilidad. Cada frase que repetimos tiene el poder de construir o distorsionar. Y no es lo mismo lanzar una idea al mundo que soltar una decoración verbal. Porque en ese gesto mínimo —citar o repetir, seleccionar o amplificar— también estamos diciendo algo sobre quiénes somos. Y si eso se olvida, si lo tratamos como un detalle menor, entonces lo que parece pensamiento es sólo envoltorio.

P.D. ¿Qué te ha parecido este artículo? Gracias a

Ménez
por haber colaborado en esta edición, que hemos escrito entre los dos. Él también tiene un espacio en Substack donde aborda sus propios textos de forma muy analítica y crítica —como a mí me gusta :)—. Podéis seguirle aquí:

Delfos
Valoramos la verdad, pero otros impulsos como el interés personal, la búsqueda de aprecio social y nuestras propias pasiones y convicciones rivalizan con ella. Sobre la verdad, el dinero y nuestras creencias hablaremos aquí.
By Ménez

PD2: Citar a la ligera no es un pecado intelectual. Quizá no es cuestión de ética, sino de estética con conciencia. —Puedes atribuirle esta última frase a Oscar Wilde, aunque él tampoco lo haya dicho :)—

1

Si bien wikiquote.org es como la Biblia de las citas, obviamente no las tiene todas registradas. Tras una búsqueda rápida y no encontramos el autor original. Entonces, nuestro amigo ChatGPT dio una respuesta demasiado bonita para no compartirla:

La frase “Si no tienes nada bueno que decir, mejor no digas nada” se le atribuye con frecuencia a Thumper, el conejo de la película Bambi (Disney, 1942). De hecho, en la película dice:

“If you can't say something nice, don't say nothing at all.”

Es muy posible que esta frase tenga raíces anteriores en la tradición moral cristiana o en la educación doméstica anglosajona, pero no hay un autor claro ni una fuente escrita original antes de Disney. Por tanto, es más bien un proverbio popular, una especie de sabiduría de abuela universal.

2

A esta tendencia de aceptar una afirmación como verdadera simplemente porque proviene (o creemos que proviene) de una figura reconocida en psicología se le conoce como sesgo de autoridad.

Suscríbete, por el pensamiento crítico

7

Share this post

Experimentando
Experimentando
El engaño de las frases apócrifas
Copiar enlace
Facebook
Email
Notes
Más
3
4
Compartir
Una publicación invitada por
Ménez
"El especialista es un sabio en su parcela, pero fuera de ella, es un ignorante."(Ortega, 1930). Luchemos por dejar de ser especialistas. Delfos te ayudará en esta batalla.
Suscríbete a Ménez

Sin posts

© 2025 Beatriz Lizana
Privacidad ∙ Términos ∙ Aviso de recolección
Empieza a escribirDescargar la app
Substack es el hogar de la gran cultura

Compartir

Copiar enlace
Facebook
Email
Notes
Más