¿Por qué piensas mejor mientras caminas?
A veces, la mejor manera de avanzar es simplemente poner un pie delante del otro
Hace unos días publiqué una nota acerca del caminar y el pensar. Saqué una fotografía de mi rumiación y pedí a los lectores que compartieran alguna anécdota de sus paseos. El resultado es este texto, en donde he mezclado sus aportaciones, con mis pareceres y descubrimientos.
En el principio fue el andar.
Bueno, no exactamente el principio. Antes de eso hubo todo el asunto del caer, levantarse, y tropezar con piedras que nadie más veía. Luego, la humanidad descubrió que si ponías un pie delante del otro con la suficiente insistencia, podías llegar a sitios. Incluso, con suerte, volver a casa.
El caminar es, sin duda, un arte.
No lo saben aquellos que marchan por las calles como si la velocidad fuera el único objetivo. Ah, pero los verdaderos caminantes, esos que saben apreciar el crujir de la grava bajo los pies o el murmullo del viento entre las hojas, esos saben que caminar es algo serio. No se trata de ir a algún lado, se trata de estar en algún lado.
El buen caminante no apura sus pasos.
Sabe que el destino no es más que una broma trascendental: siempre está un poco más lejos de lo que esperas pero, cuando el buen caminante llega a su destino, resulta que prefiere estar en otro lado.
Así que el caminante camina,
como lo haría cualquier ser sensato, con los ojos bien abiertos y el corazón en calma. Porque, al final, lo que realmente importa es cómo decides recorrerlo.
Aunque mi estilo de vida es sedentario, caminar es el acto más básico y, a la vez, más fundamental que realizo. Sin embargo, esta acción cotidiana encierra mucho más que el simple desplazamiento de un lugar a otro.
Al caminar no sólo avanzo físicamente, sino que también conecto con el mundo de una manera profunda, reflexiva y, a menudo, subestimada.
¿Por qué deambular es clave para desbloquear la mente y generar nuevas conexiones?¿Cómo este acto de caminar moldea la vida?
Caminar para descubrir
Y viajar.
¿O era viajar para caminar y entonces descubrir? Lo contaba en otra carta, quise viajar mucho por todo el mundo y me di cuenta que yo no necesitaba irme tan lejos. Lo que necesitaba era caminar por un entorno nuevo1 —cualquiera— para tener sensaciones frescas y renovadas. Como un escape de lo cotidiano que genera una falsa sensación de aventura.
Caminar sin progresar
Explorar nuevos territorios, buscar la reflexión personal, el crecimiento emocional y el aprendizaje cultural… Este epígrafe no lo pinto en un sentido metafórico. Me refiero a pensar en que camino, sin moverme del sitio, como parte de un proceso mental y de rehabilitación por una lesión de rodilla.
Cuando visualizo que estoy caminando, mi cerebro finge la experiencia del movimiento —es posible simular el movimiento de los pies en entornos virtuales sólo con la imaginación2—. Además, este caminar mental me permite trasladarme a un lugar sin necesidad de moverme físicamente.
Caminar como escape mental
Caminar brinda un escape frente al estrés, la ansiedad y las preocupaciones del día a día, ya que mejora la circulación y libera sustancias químicas que benefician la memoria y ayudan a prevenir el desgaste mental. Mejor si es al aire libre, pues deja un "impulso creativo residual" que sigue generando ideas incluso después de dejar de caminar. Además, estimula el pensamiento divergente, que está muy relacionado con el pensamiento creativo, e implica generar múltiples soluciones o ideas a un problema o situación.3
Por esto, alejarme físicamente me proporciona un espacio mental para liberar tensiones, procesar emociones, encontrar claridad ¿y tener sensación de libertad?
Caminar para conversar y fortalecer vínculos
Y filosofar.
A lo largo de la historia, filósofos como Sócrates, Aristóteles y Nietzsche utilizaron el acto de caminar como una herramienta para el diálogo y la reflexión. Aristóteles, por ejemplo, daba sus lecciones caminando con sus discípulos, lo que dio origen al nombre de la "Escuela Peripatética" (del griego peripatos, que significa caminar). Para estos pensadores, caminar no sólo facilitaba la conversación, sino que también estimulaba el pensamiento profundo y las discusiones intelectuales. 4
¿Caminar para resolver conflictos?
En su forma más directa, caminar ha sido un medio de huida desde que el mundo es mundo. Migraciones, exilios y huídas de conflictos han estado marcados por largos trayectos a pie. En este sentido, caminar representa la búsqueda de seguridad, un intento de alejarse de situaciones de peligro o dificultad.
Si hablamos de calma y búsqueda de la paz mental individual, existe un caminar muy introspectivo, como el kinhin, una práctica del budismo zen en la que se camina lentamente, con plena atención a cada paso. En este caso, es una forma de meditación y el objetivo no es llegar a ningún lugar, sino estar presente en el acto de caminar en sí mismo.
Caminar para crear
Escritores como Virginia Woolf, filósofos como Friedrich Nietzsche, y compositores como Ludwig van Beethoven, salían a caminar de forma regular para despejar la mente y fomentar el libre flujo de ideas. Woolf creía que una caminata al aire libre era la mejor manera de encontrar claridad en la escritura, y Nietzsche afirmaba que "todos los grandes pensamientos son concebidos mientras se camina".
Esto es porque el ritmo de la caminata se sincroniza con el flujo de pensamientos, lo que facilita la reflexión y ayuda a superar bloqueos mentales. 5
En definitiva, caminar promueve un pensamiento más fluido pero no sólo esto, también puede ser una fuente de inspiración directa por los estímulos sensoriales a los que nos exponemos, que pueden encender la imaginación y darnos nuevas ideas para nuestros proyectos creativos. Como la fotografía de mi nota y este texto que acabas de leer…
¿Seguro que lo has acabado de leer?
¿O sólo lo has escaneado?
P.D. Enhorabuena si has conseguido leerlo hasta al final y sin distracciones. Si no fuera el caso, por aquí hay una posible explicación.
Este estudio sugiere que explorar entornos nuevos activa áreas del cerebro relacionadas con la curiosidad y la recompensa, lo que puede generar sensaciones de novedad y satisfacción. Aunque estas sensaciones puedan ser momentáneas, proporcionan una percepción de escapismo y aventura, incluso en entornos simples o cercanos.
Reio, T.G. (2012). Curiosity and Exploration. In: Seel, N.M. (eds) Encyclopedia of the Sciences of Learning. Springer, Boston, MA. https://doi.org/10.1007/978-1-4419-1428-6_334
En este otro, se sugiere que el caminar-pensando se considere un espacio alternativo de investigación, especialmente hoy en día, cuando se considera que estar sentado es un peligro para la salud y se insta a los trabajadores sedentarios a buscar formas alternativas de trabajar que incluyan más movimiento.
Keinänen, M. Taking your mind for a walk: a qualitative investigation of walking and thinking among nine Norwegian academics. High Educ 71, 593–605 (2016). https://doi.org/10.1007/s10734-015-9926-2
Pensar en acciones físicas como caminar activa las mismas áreas del cerebro que se activarían si realmente estuviéramos realizando el movimiento. En este estudio se demuestra que es posible desplazarse por un entorno virtual (por ejemplo, una calle simulada) sin ninguna actividad muscular, utilizando únicamente la imaginación del movimiento de los pies.
Leeb, R. et al. Walking by Thinking: The Brainwaves Are Crucial, Not the Muscles!. Presence: Teleoperators and Virtual Environments 2006; 15 (5): 500–514
En este otro, se explica que las funciones motoras (movimiento) y cognitivas (pensamiento) del cerebro están interconectadas y probablemente evolucionaron juntas. También destaca cómo estas conexiones pueden ser útiles en rehabilitación y entrenamiento, sugiriendo que el movimiento y el pensamiento no son procesos separados, sino interdependientes. Esta conexión puede haber surgido porque, en el pasado, los seres humanos necesitaban pensar y moverse simultáneamente para sobrevivir, como al cazar o explorar. Además, la actividad física aumenta el flujo sanguíneo y la liberación de químicos que benefician al cerebro.
Leisman G, Moustafa AA and Shafir T (2016) Thinking, Walking, Talking: Integratory Motor and Cognitive Brain Function. Front. Public Health 4:94. doi: 10.3389/fpubh.2016.00094
Oppezzo, M., & Schwartz, D. L. (2014). Give your ideas some legs: The positive effect of walking on creative thinking. Journal of Experimental Psychology: Learning, Memory, and Cognition, 40(4), 1142-1152.
Este artículo unifica investigaciones de diversas áreas que sugieren que caminar juntos puede facilitar la resolución de conflictos interpersonales, al promover la creatividad, la empatía y la cooperación.
Webb, C., Rossignac-Milon, M., & Higgins, E. (2017). Stepping Forward Together: Could Walking Facilitate Interpersonal Conflict Resolution?. American Psychologist, 72, 374–385.
Trofimova, E., & Nicholls, S. (2018). Walking and thinking: Two walks across the page. Text and Performance Quarterly, 38(1), 31-46
Me encanta leer y realizar que no estoy solo en pensar lo que has escrito. Camino todos los días, a veces más 😜
Siempre me preguntan: ¿pero porque andas, corres y sales en bici tanto?
Mi respuesta: Cuando pare de moverme, empezaré a morirme.
No siempre lo consigo, es verdad, pero hoy sí he leído el texto completo y me encanta. Yo camino mucho y para mí es la mejor manera, ebmngre otras cosas, de despejar la mente y salir de un atasco creativo.