Ideas falsas que acaban siendo verdad
Sobre la tecnología de las ideas, o de cómo estas pueden ser tan poderosas como cualquier herramienta física
Tengo una idea.
Me ha venido mientras me ducho. La observo mientras me enjabono y la guardo en el cajón de los pensamientos rotos.
Bah. Tenía una idea.
Me enjuago. Salgo, me seco y otra más.
—Ok Google, añadir “Modificar página de inicio” a Mi Lista de Substack.
Esta sí, esta la puedo clasificar en un cajón más amable, que me permitirá acceder a ella un tiempo más tarde para seguir dando forma a ese pensamiento.
¿Tú dónde guardas tus ideas?
Yo tengo un cajón que es mi cerebro digital, me he creado un sistema en Notion que se me hace indispensable. Este software personalizado me ayuda a organizar mis pensamientos, tanto personales como profesionales.
Muchos días me resulta maravilloso, porque gracias a él siento que tengo todas mis inquietudes bajo control. Pero en otros momentos, se vuelve asfixiante.
Mis ideas fluyen como un chorro de agua inagotable llenando una palangana inabarcable.
La idea como concepto
Te he metido en mi ducha para desentrañar y simplificar la complejidad del entendimiento humano, apelando al concepto de idea como la unidad básica de pensamiento.
Al igual que yo, tú eres un ser pensante con muchas ideas a lo largo del día y, oh, sorpresa, ninguna de ellas es completamente genuina por sí misma. Si solo fueras un conjunto de ideas, serías simplemente una copia acumulada y ¿mejorada? de lo que otros piensan y/o te han dicho —tus referentes—.
Ya sabes que las que consigues registrar en tu memoria se quedan ahí, en la retaguardia, para aparecer cuando menos te las esperas. Porque has sido configurado por tu bagage cultural, compuesto por miles de imágenes mentales, y que te sirven para conformar una red muy extensa respecto a cómo ves tu identidad: tu profesión, tus relaciones, tus posesiones, tus obras, pensamientos, creencias, valores… son el resultado de entrelazar y conectar ideas ya existentes entre sí.
Y no, eso no se guarda en ningún cajón llamado Notion.
El dilema de la embarazada
Antaño, esas ideas externas que venían a copular con las que ya rondaban por nuestra mente provenían de nuestros padres, de nuestros líderes comunitarios, de textos religiosos etc. Hogaño provienen principalmente de la ciencia.
Hoy vengo con Barry Swchartz1, un psicólogo estadounidense, que nos va a ayudar a entender este concepto de idea con su ejemplo sobre las embarazadas —no lo juzgues por no tener útero—.
Barry plantea un escenario hipotético en el que una mujer embarazada reflexiona sobre la posibilidad de que su bebé tenga algún defecto de nacimiento. En su ejemplo, explora algunos de los pensamientos y sentimientos que podrían surgir en esta situación.
Esos posibles defectos:
a) son un acto de Dios, y por tanto la solución es rezar.
b) son un acto de azar, así que a tirar los dados y cruzar los dedos.
c) son producto del abandono prenatal, por lo que hay que cuidar mejor a las mujeres embarazadas.
Lo importante aquí: ¿acaso no ha habido avances médicos y tecnológicos suficientes para tender siempre hacia la opción c? Por ejemplo, existe el CRISPR/Cas9, una técnica específica dentro de la edición genética con capacidad para editar genes y que se podría usar para evitar malformaciones.
Sin embargo y, a pesar de la ciencia y el progreso, también hay mujeres que se sostienen en las opciones a) o b).
¿Por qué?
La fábrica de ideas
Como los peces que no saben que viven en el agua, vivimos con ideas sobre la naturaleza humana que están tan generalizadas que ni siquiera nos damos cuenta de que hay otra manera de mirarnos a nosotros mismos.
Lo que hoy te cuenta Swchartz es que la ciencia no solo se dedica a crear cosas —como esa técnica de edición genética—, sino que también instaura conceptos, formas de entender el mundo y nuestro lugar en él. Y que todo esto tiene un efecto enorme en cómo pensamos y actuamos.
¿Quién soy yo? ¿Por qué pienso esto? ¿Por qué hago aquello?
Este psicólogo argumenta que las ideas de hoy en día sobre la naturaleza humana provienen específicamente de las ciencias sociales. Pero, ¿cómo se explica la naturaleza humana a través de la ciencia? ¿Estas ideas se descubren o se crean? ¿Son revelaciones objetivas o construcciones subjetivas?
Schwartz sostiene que la distinción entre descubrimiento e invención es fundamental.
OjO al matiz.
Cuando un científico realiza un descubrimiento, no nos cuestionamos si ese hallazgo debería existir; los descubrimientos nos revelan aspectos de cómo funciona el mundo. Plutón, por ejemplo, ya existía antes de que Clyde Tombaugh lo identificara y nombrara. El planeta estaba allí, girando alrededor del sol, y allí sigue, a pesar de que le han quitado el noble título de “planeta”.
Sin embargo, las invenciones utilizan esos descubrimientos para crear objetos o procesos que hacen que el mundo funcione de manera diferente. Que "Plutón en Retrógrado invite a las personas a ser más reflexivas a nivel interno" es una fumada cósmica, una interpretación que muchos aceptan, aunque su significado real pueda ser cuestionable.
Schwartz precisa que, aunque los descubrimientos pueden tener implicaciones morales, no contienen en sí mismos una dimensión moral. Las invenciones, sin embargo, sí la tienen.
Las ideas no son objetos que puedan verse, comprarse y tocarse, pero pueden difundirse a través de la cultura y tener efectos profundos en las personas incluso antes de que se noten.
El verdadero problema es que, a diferencia de la “tecnología de las cosas”, la “tecnología de las ideas” puede tener efectos profundos en las personas incluso cuando estas ideas son erróneas o infundadas.
Schwartz sostiene que la mayoría de esas ideas son invenciones, no descubrimientos, y que debemos tener cuidado con la veracidad de lo que se nos presenta como conocimiento.
…y así es como la revolución industrial creó un sistema de fábricas en el que realmente no había nada que pudieras obtener de tu día de trabajo, excepto la paga al final del día. Porque el padre —uno de los padres de la Revolución Industrial, Adam Smith— estaba convencido de que los seres humanos eran perezosos por naturaleza, y no harían nada a menos que valiera la pena, y la manera de hacer que valiera la pena era incentivándolos, dándoles recompensas. Esa era la única razón por la que alguien hacía algo. Así que creamos un sistema de fábrica coherente con esa falsa visión de la naturaleza humana. Pero una vez que ese sistema de producción estaba instaurado, realmente no había otra forma de que la gente funcionara, excepto de una manera que fuera coherente con la visión de Adam Smith. Así que el ejemplo del trabajo no es más que un ejemplo de cómo las ideas falsas pueden crear una circunstancia que acabe convirtiéndolas en verdad. 2
Breve recordatorio de qué es Experimentando: textos que, por separado, se sostienen por sí mismos pero que, en conjunto y a vista de pájaro, oscilan sobre la creación de la identidad y buscan el pensamiento crítico.
Schwartz, Barry. Idea Technology and Ideology. Cult Med Psychiatry. 2022 Mar;46(1):12-30. doi: 10.1007/s11013-021-09712-x. Epub 2021 Mar 9. PMID: 33751393; PMCID: PMC8942948.
Schwartz, Barry (2014) The way we think about work is broken. TED Talk.
Muy interesante el post. Si me gustaría matizar algo relacionado con la última cita. Aunque me parece interesante el concepto de la tecnología de las ideas, creo que Schwartz se equivoca en su refutación a Smith. Smith no pensaba que fuésemos perezosos, creo que es una interpretación errónea que hace Schwartz al concepto de interés personal y al de la división del trabajo. Smith entendía que todos queremos maximizar nuestro bienestar minimizando el esfuerzo. Es algo que podemos apreciar conforme la tecnología ha ido avanzando. Hacemos lo mismo pero más eficientemente. De hecho Smith pensaba que en nuestra naturaleza hay otros impulsos que nos mueven como el altruismo o la simpatía (como comenté en mi artículo ¿Somos honrados?)
PD: me gustó mucho el artículo.
Más que falsa, creo que la idea de Adam Smith de que el hombre es perezoso por naturaleza es simplista, aunque no tan alejada de la realidad. El ser humano está diseñado para ser lo más eficiente posible, por lo tanto no gastará energía a no ser que eso le compense con otras ganancias, ya sea energética (cazar para conseguir comida) o edónica (el placer de realizarse o la "idea" de mejorar su posición actúal).